11 de enero de 2015

Día a Noche

Luz de la mañana que entra por la ventana. Nuevas oportunidades que, simplemente, nacen. Con los ojos medio abiertos hacia un horizonte borroso, busco mis anteojos en la mesita desordenada al lado de la cama. Ya es hora de cambiar la medida en que ven cada mañana. Un despertar frío de agua en la cara. Camino a descargar lo que el cuerpo acumula y ya no resiste inside...
Me doy cuenta que mi novio ya se fue. El trabajo madrugador (7a.m.) es lo suyo. Lo mío, una hora y media más de sueño para empezar a trabajar los circuitos cerebrales.
Por arte de programación corporal, enciendo la tele. No sé quién habla o sobre qué son las imágenes. Solo sigo la ruta que me hacen los muebles para llegar a la cocina y activar mi sistema digestivo.
No sé cómo seguirá el día. Es un simple domingo. Incluso casi con un sabor de resaca sin previo licor.
Llego al sofá más solitario y fijo mi atención a ese aparato que parece ser el más atractivo de la sala. Continuo viendo un documental que dejé la noche anterior: Girl Rising. Llegué a él sin previo aviso. Me di cuenta que una actriz famosa daba su voz para la lectura de unas de las historias y listo, llamó mi interés. Al final, cambió mucho mi perspectiva de la educación de las niñas y todo lo bueno que le puede dar al mundo. Punto seguido. Terminó. Empecé a ver otro lado de la vida, más cómico: Modern Family. Punto aparte.
Una breve charla con mi madre y mi hermano, y sigue el día. Es hora de oír Jazz desconocido.
Esperar hasta la noche y que la luz guíe el día. Nueva vida, nuevos caminos, todos los días.

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